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El Foro tendrá lugar en el Cinema Aquila (via L’Aquila 66) Roma
Horario de las jornadas de trabajo
Viernes 4.10 h inicio 15.30 h fin 19.00 h
Sábado 5.10 h inicio 90.30 h fin 14.00 h
Domingo 6.10 inicio a las 90.30 h fin a las 14.00 h
Presentaciones
Mauro Casadio, Giacomo Marchetti, Sergio Cararo, Valter Lorenzi, Franco Michele.
Oradores:
Salvatore Tinè – Vladimiro Giacchè – Joan Tafalla – Andrea Catone – Giorgio Gattei – Gianmaria Brunazzi – Franco Russo – Giorgio Cremaschi – Vijay Prashad – Paolo Ferrero – Leonardo Bargigli – Carlo Formenti – George Mavrikos – Luciano Vasapollo – Federico Scirchio (Ex opg ocupado) – Paolo Favilli – Said Boumama – Alessandra Kersevan – Ada Donno – Giorgio Casacchia – Atilio Boron – Alexandre Hobel – PCI – Alessandro Pascale.
¿El socialismo y el movimiento comunista internacional del siglo XX fueron un fracaso o simplemente una derrota? A la luz de la regresión general y de la guerra que el modo de producción capitalista vuelve a desencadenar sobre la humanidad, ¿pueden las instancias de emancipación y civilización representadas por las experiencias socialistas del siglo pasado volver a representar un antídoto y una alternativa?
Esto y esto es lo que pretendemos debatir en un foro en el que, como Red Comunista, estamos trabajando para el próximo otoño y al que te pedimos que contribuyas.
Hemos vivido estas tres décadas con la incompletud de una reflexión -a menudo más alejada que iniciada- sobre el comunismo del siglo XX, pero como RdC nunca lo hemos perdido de vista. Sobre todo hoy, cuando las condiciones y contradicciones del Modo de Producción Capitalista permiten y de alguna manera imponen retomar ese camino e intentar una interpretación del mismo, avanzando algunas hipótesis y un mínimo de síntesis para volver a poner en la contradicción entre socialismo y barbarie.
Debemos señalar que nunca nos han fascinado los intentos de hacer sobrevivir el mero identitarismo comunista, pero, a nuestro juicio, una reflexión sobre el potencial y los logros del movimiento comunista en y del siglo XX, encuentra hoy una función política e ideológica, indispensable para redefinir una perspectiva para los comunistas en las transformaciones de época que están trastornando el mundo en que vivimos.
Una derrota, no un fracaso
La tesis sobre la que pretendemos debatir es que el movimiento obrero y comunista del siglo XX fue una fuerza poderosa que, como nunca antes en la historia, cambió el mundo con la emancipación de miles de millones de personas, pueblos y naciones explotados al socavar un orden social establecido durante cientos de años. El siglo XX fue para los comunistas una derrota, pero no un fracaso. Hay una diferencia profunda que hay que captar, profundizar, reivindicar y relanzar.
Los primeros experimentos de construcción material de una sociedad socialista alternativa al capitalismo -lo que hemos llamado “socialismo posible” en las condiciones dadas- tuvieron que enfrentarse a dificultades y problemas sin precedentes, que les llevaron a sufrir una derrota a finales del siglo XX en el corazón mismo del Occidente capitalista y en Europa, es decir, donde nació el movimiento obrero y con él el pensamiento revolucionario marxista y los primeros Partidos Socialista y Comunista.
Pero ya en países y realidades distintos de Europa -desde Asia hasta América Latina- las cosas, como hemos visto, han sido diferentes.
La derrota del socialismo se produjo, pues, allí donde el capitalismo estaba más avanzado y generalizado y el socialismo más estructurado, pero no fue un fracaso como se quiere hacer creer, ya que el atraso resultante no impidió en absoluto un resurgimiento de las contradicciones del sistema capitalista y un enfrentamiento internacional manifiesto que replantea concretamente, aunque bajo formas históricas y políticas diferentes, la superación del capitalismo y del imperialismo.
Al reconstruir el camino que se inició con el 17, no podemos dejar de recordar que esa revolución, como decía Gramsci, se hizo contra “El Capital”, entendido como el texto de Marx, porque fracasó la revolución en el capitalismo y el movimiento obrero más avanzados de Europa, mientras que la Unión Soviética tuvo que construir su propio socialismo a partir de la acumulación primitiva para desarrollar fuerzas productivas adecuadas al crecimiento interno y al clima de guerra que existía en la primera mitad del siglo XX.
Esto fue cierto para la URSS, pero también para China, Cuba, Vietnam y todos los países que se midieron con el cambio estructural y no sólo con una perspectiva socialista. En otras palabras, el movimiento comunista tenía que lograr en un puñado de décadas -y lo consiguió- lo que la sociedad capitalista había producido a lo largo de siglos, es decir, un desarrollo general de la sociedad, del conocimiento y de las fuerzas productivas.
De esta condición, producida por el desarrollo desigual propio del capitalismo, es decir, de las contradicciones inherentes a esta formación social, podría surgir una ruptura revolucionaria tan poderosa que no tiene precedentes en la historia de la humanidad.
Una ruptura que ciertamente no se produjo en condiciones pacíficas, sino dentro de un largo período de guerras que restaron recursos a la construcción del socialismo y se desviaron también del potencial original inherente a las revoluciones sociales producidas.
Socialismo y comunistas en el siglo XX. No sólo Europa
La lucha de clases internacional en el siglo XX forzó al capitalismo a una mutación que luego le permitió desencadenar una reacción a principios de los años 80 que, en poco más de diez años, llevó al colapso de la URSS y a la desaparición/disminución de las organizaciones comunistas en Europa, pero no borró del mundo y de la historia la realidad de fuerzas y países revolucionarios y antiimperialistas fuera de Europa, fuerzas y países que hoy han encontrado su propia función relevante en la creciente confrontación internacional que está teniendo lugar.
No fueron en absoluto indiferentes a los resultados del enfrentamiento entre socialismo y capitalismo en el siglo XX; al contrario, resultaron decisivos tanto el proceso de empobrecimiento teórico y político de la URSS y de los partidos comunistas en toda Europa, como las contradicciones surgidas en el enfrentamiento entre China y la URSS en el campo comunista y, por tanto, el fin de una relación internacional entre partidos.
Durante casi treinta años, la supremacía del capitalismo no ha encontrado la sombra de un enemigo real, salvo el inventado de los islamistas. Ciertamente ha habido algunos puntos de resistencia como Cuba y Corea del Norte, por ejemplo, mientras que otros se han adaptado al sistema económico, como China, Vietnam y los antiguos países del Tercer Mundo, pero la narrativa dominante ha ensalzado básicamente la victoria definitiva del capital y el fin de la historia.
En algún momento, sin embargo, el juguete se rompió y los que se consideraban los ganadores empezaron a flaquear.
¿Reaparecen las contradicciones para una alternativa de sistema?
Es precisamente la victoria del imperialismo la que ha hecho resurgir todos los monstruos ya generados en el pasado. En las mismas formas pero con posibilidades mucho más limitadas de recuperación para el capitalismo y con manifiestos límites objetivos de desarrollo, escenario que ya intentamos explicar con los Foros sobre el Plan Inclinado del Capital en 2003 y con el más reciente sobre El Jardín y la Selva (2023) sobre la fragmentación del mercado mundial ahora admitida y reconocida por muchos.
Con este telón de fondo, la narrativa de un capitalismo productor de crecimiento y progreso infinitos se desmorona y, por el contrario, se ponen de manifiesto sus rasgos regresivos para el futuro de la humanidad.
Un fenómeno inesperado se está produciendo ante nuestros ojos, incluso para muchos de nosotros: la ruptura mundial que se está produciendo ve por un lado a los imperialismos históricos recomponerse en el bloque euroatlántico para defender su propia condición hegemónica en crisis, y por otro a otros sujetos estatales, políticos y sociales -prácticamente los mismos que nacieron de las revoluciones del siglo XX fuera de Europa- que están adquiriendo una función antagónica, por espuria que sea desde diversos puntos de vista.
‘Viejo topo bien cavado’, podemos decir hoy, tanto más cuanto que este factor adquiere una forma más inteligible en el conflicto mundial en curso y confirma la pertinencia del impulso progresista de la Revolución de Octubre y de las posteriores, abriendo una nueva era.
Por eso nos proponemos organizar en otoño un foro sobre “El elogio del comunismo del siglo XX”, precisamente porque esa historia no ha terminado en absoluto, fue derrotada pero no fracasó. Al contrario, se ha transformado, y en parte se ha desviado, pero ese movimiento de clase, revolucionario, comunista, resurge hoy bajo diferentes formas y pone en crisis el actual montaje imperialista.
Ciertamente, no creemos que puedan reproducirse las formas políticas del siglo pasado, ni podemos saber con precisión cómo evolucionará la situación en el futuro. Tanto en el análisis como en la investigación, sólo podemos proceder por hipótesis y verificación.
Sin embargo, hay que admitir que, para quienes han pasado por el “gran escalofrío” de las décadas de finales del siglo XX, se vislumbra ahora la posibilidad de un resurgimiento de la lucha de clases internacional, incluso con formas políticas espurias, empezando por el papel de los Estados nacidos del conflicto del siglo XX o de movimientos políticos y sociales distintos de los del siglo XX.
Esto significa llegar a un acuerdo con nosotros mismos y averiguar qué papel podemos desempeñar como comunistas y movimiento de clase en una sociedad que muestra características cada vez más reaccionarias, regresivas y belicistas en el seno del capitalismo avanzado, tanto en EEUU como en la UE.
Roma 15 de abril de 2024