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Redazione Contropiano
El domingo 3 de julio concluyó en Roma el Encuentro de la Rete dei Comunisti.
Una reunión que se desarrolló a lo largo de tres días, en los que se alternaron los debates públicos y la discusión de los distintos grupos de trabajo sobre diferentes temas; los primeros abiertos a todo el mundo, los otros “reservados” a los miembros de la RdC.
Los tres debates públicos fueron transmitidos en los canales de RdC, y están disponibles.
Los grupos de trabajo han finalizado un proceso de debate interno, cuyos resultados se harán públicos en septiembre, y sobre el que la organización convocará un debate que se espera sea lo más amplio posible.
El Encuentro superó las expectativas, tanto por la amplia participación como por la calidad del debate que caracterizó tanto las iniciativas de confrontación pública -el viernes en la Casa de la Paz y el sábado en la c Intifada- como el fructífero debate interno (sin dejar de lado los momentos lúdicos que hicieron las jornadas menos exigentes y el tórrido calor relativamente más soportable).
El encuentro fue un momento de constatación del proceso de construcción de una subjetividad política comprometida en los diferentes frentes de la lucha de clases en nuestro país y al mismo tiempo dirigido a desarrollar un trabajo sobre sí mismo que con la IV Asamblea Nacional del año pasado comenzó a ver sus primeros frutos, madurados aún más en el transcurso de este año.
El trabajo sobre sí mismo, para la RdC, es un trabajo en curso destinado a la formación de una organización capaz de hacer frente a los desafíos de una fase política que ha cambiado radicalmente desde la precipitada huida de Occidente de Afganistán el pasado mes de agosto y aún más con la escalada de la guerra en Ucrania desde finales de febrero de este año.
Por ello, la reunión fue también una especie de bisagra entre un importante trabajo político realizado durante el último año en diferentes ámbitos, y la construcción de una agenda política para el otoño que ya está tomando forma en las últimas semanas.
Una agenda política por venir que se basa en la experiencia adquirida principalmente en tres niveles:
- el desarrollo de la organización de los jóvenes con la OSA y Cambiare Rotta- que organizó el campamento de jóvenes “luchando como soldados de las ideas” los días 22-23-24 de julio;
- la contribución, en el seno de la Unione Sindacale di Base, a la construcción de una organización sindical independiente y combativa, que con la Asamblea de Trabajadores del 25 de junio lanzó la hipótesis de una huelga general y una manifestación nacional en Roma para derrocar al gobierno de Draghi, todo por construir;
- la consolidación del frente de representación política en el seno de Potere al Popolo, que a principios de junio celebró su Asamblea Nacional, seguida de un importante momento de clarificación política con la votación del documento previamente debatido en más de 50 asambleas locales.
Un trabajo político global -el de la Rete dei Comunisti- desarrollado en fuerte dialéctica con las partes más activas del bloque social de referencia y con las demás experiencias con las que tienen objetivos convergentes, y que nunca ha rehuido la confrontación fructífera.
Una actividad llevada a cabo con la conciencia de que no puede haber un proceso de afirmación de las reivindicaciones de las clases subalternas sin el desarrollo de una hipótesis estratégica capaz de afrontar eficazmente los retos que nos plantea un mundo en profunda transformación.
Para ello, es necesario, en primer lugar, rechazar la sumisión ideológica a un capitalismo que, en los últimos 30 años, ha intentado representarse a sí mismo como el único destino de la humanidad, tratando de eliminar del horizonte la posible construcción de una alternativa a su mundo.
Este avance ideológico de las clases dominantes no ha perdonado ni siquiera a la “izquierda radical”, que a menudo es incapaz de dar una interpretación correcta de los cambios que se están produciendo y de articular una praxis consecuente, ni siquiera cuando -en ciertos casos- el neoliberalismo ha mostrado su proclamado fracaso.
Frente a los diferentes cortocircuitos sistémicos que genera la crisis del modo de producción capitalista -desde la tendencia cada vez más explícita a la guerra hasta el infarto ecológico del planeta, desde la regresión de valores que conlleva la decadencia de Occidente hasta la creciente inmiseración de la población incluso en el seno de la metrópoli imperialista- las razones de la variante comunista podrán adquirir una legitimidad cada vez mayor a los ojos de las clases populares.
Una hipótesis que, estamos seguros, tendrá que imponerse en empujones y tirones entre las filas de los subalternos, incluso contra la plaga reaccionaria, sea cual sea la forma que adopte, y la criminalización preventiva que promoverán las clases dominantes.
El trabajo de los comunistas debe dirigirse a construir las condiciones subjetivas para que puedan desempeñar un papel general en el desarrollo de las contradicciones que este sistema produce.
Construir una organización que sea un “cerebro político colectivo” capaz de enfrentarse a los retos teóricos y de proponer un programa orgánico de transformación, capaz de desarrollar un método de trabajo adecuado, capaz de conformar un cuerpo con las articulaciones necesarias para desarrollar una verdadera línea de masas, y al mismo tiempo imponer la militancia como forma de vida en sus filas, un organismo que, trabajando sobre sí mismo, busque inmunizarse cada vez más de las patologías del capitalismo decadente y de su “progreso regresivo”.
Las jornadas del Encuentro confirmaron que vamos por el buen camino en una trayectoria no lineal y totalmente ascendente, en la que quizás más que nunca la alternativa para la humanidad está entre el socialismo y la barbarie.
Roma, 5 de julio 2022